La Doctora Marie-France
Hirigoyen en El Capítulo 6 “El Agresor” de su libro EL ACOSO MORAL hace un
recuento de la evolución del concepto de perversión:
“La palabra «perversión» (del latín pervertere: dar
la vuelta, invertir) apareció en la lengua francesa en 1444 con el significado
de la conversión del bien en mal. Actualmente, en su sentido corriente, esta
palabra denota un juicio moral.
En el siglo xix, los
médicos especializados en enfermedades mentales se interesaron por el plano
médico-legal de la perversión, e intentaron establecer la no responsabilidad de
los perversos, pero sin convertirlos por ello en unos dementes como los demás.
En aquel entonces, definieron la perversión como una desviación de los
instintos (instinto social, moral, de nutrición...).
En 1809, Pinel reagrupó, bajo la denominación «manía
sin delirio», todas las patologías ligadas a la pluralidad de los instintos:
las perversiones, los comportamientos antisociales, la piromanía, la
cleptomanía...”
Después expone como Freud empieza a usar el término “Narcisismo”:
“El término «narcisismo» aparece por primera vez en
1910 en un texto de Freud dedicado a la homosexualidad. Más adelante,
distinguirá el narcisismo primario del narcisismo secundario. En la literatura
psicoanalítica, la noción de narcisismo primario está sujeta a numerosas
variaciones. No entraremos en ese debate, pero hemos de señalar que Freud, en
las primeras líneas de su obra Introducción al narcisismo, declara haber
tomado el término de P. Näcke (1899), quien lo había utilizado para describir
una perversión. De hecho, Näcke creó la palabra Narzissmus, aunque lo
hizo para comentar los puntos de vista de H. Ellis, quien, en 1898 y por vez
primera, había descrito un comportamiento perverso en relación con el mito de Narciso.”
También recuerda como hace Freud un uso innovador del
término “perverso”:
“Freud reconoce la existencia de pulsiones distintas
de las sexuales, pero en esos otros casos no habla de perversión. El adjetivo
«perverso» comporta una ambigüedad que corresponde a los dos sustantivos
«perversidad» y «perversión». Desde el punto de vista del psicoanálisis, la
perversión es una desviación en relación al acto sexual normal, que se define
como un coito que persigue la obtención del orgasmo mediante la penetración
vaginal, mientras que la perversidad serviría para calificar el carácter y el
comportamiento de determinados sujetos que manifiestan una crueldad o una
malignidad particular. Bergeret, por ejemplo, distingue las perversiones del
carácter, las cuales corresponden a los perversos afectados de perversidad, de
las perversiones sexuales.”
Luego explica cómo se empieza a usar el concepto de “perverso
narcisista”:
“El psicoanalista P.-C. Racamier fue uno de los
primeros en desarrollar el concepto de perverso narcisista. Otros autores,
entre los que figura Alberto Eiguer, han intentado luego establecer una
definición del mismo: «Los individuos perversos narcisistas son aquellos que,
bajo la influencia de su granilloso yo, intentan crear un vínculo con un
segundo individuo, atacando muy especialmente su integridad narcisista con el
fin de desarmarlo. Atacan asimismo al amor hacia sí mismo, a la confianza en sí
mismo, a la autoestima ya la creencia en sí mismo del otro. Al mismo tiempo,
intentan, de alguna manera, hacer creer que el vínculo de dependencia del otro
en relación con ellos es irreemplazable y que es el otro quien lo solicita».”
Luego explica su concepto de que el narcisista es una
acumulación de imágenes referenciadas en los demás alrededor de un vacío:
“Un Narciso, en el sentido del Narciso de
Ovidio, es alguien que cree encontrarse a sí mismo cuando se mira en el espejo.
Su vida consiste en buscar su propio reflejo en la mirada de los demás. El otro
no existe en tanto que individuo, sino solamente como espejo. Un Narciso es una
cáscara vacía que no tiene una existencia propia; es alguien falso que intenta
crear una ilusión que enmascare su vaciedad. Su destino es un intento de evitar
la muerte. Se trata de alguien a quien no se ha reconocido nunca como un ser
humano y que se ha visto obligado a construirse un juego de espejos para tener
la sensación de que existe. Como en el caso del caleidoscopio, por mucho que
este juego de espejos se repita y se multiplique, el Narciso no deja de estar
formado por el vacío.”
Al
intentar apropiarse de esa referencia que son los demás. En otras palabras;
apropiándose de los demás es que el narcisista da el paso a la perversión:
“El Narciso, al no disponer de sustancia, se
«conectará» al otro y, como una sanguijuela, intentará sorber su vida. Al ser
incapaz de establecer una relación verdadera, sólo puede crearla en un registro
«perverso», de malignidad destructora. Indiscutiblemente, los perversos sienten
un placer enorme y vital al ver sufrir y dudar a los demás, del mismo modo que
gozan al someterlos y humillarlos.
Todo empieza y se explica a través del Narciso vacío,
de esa construcción mediante reflejos que ocupa su lugar y que nada contiene en
su interior, del mismo modo que un robot está construido para imitar a la vida
y cuenta con todas las apariencias, o con todas las prestaciones, de la vida,
pero no posee la vida. El desorden sexual o la maldad no son más que
consecuencias inevitables de esa estructura vacía. Igual que los vampiros, el
Narciso vacío necesita alimentarse de la sustancia del otro. Cuando uno carece de
vida, tiene que intentar apropiarse de ella o, si esto no es posible, tiene que
destruirla para que no haya vida en ninguna parte.”
“Los perversos narcisistas son invadidos por «otro» y
no pueden prescindir de él. Ese otro no es ni siquiera un doble, el cual
tendría una existencia propia.
Es simplemente un reflejo del mismo perverso. De ahí
la sensación que tienen las víctimas de que se las niega en su individualidad.
La víctima no es otro individuo, sino simplemente un reflejo. Cualquier
situación que pueda poner en tela de juicio ese sistema de espejos que
enmascara el vacío sólo puede implicar una reacción en cadena de furor
destructivo. Los perversos narcisistas no son más que máquinas de reflejos que
buscan en vano su propia imagen en el espejo de los demás.”
Y, situación muy importante, La Doctora encuentra la
solución a la dinámica del perverso narcisista en que haga consciente su vacío:
“Son insensibles. No tienen afectos. ¿Cómo podría ser
sensible una máquina de reflejos? De este modo, no sufren. Sufrir supone una
carne, una existencia. No tienen historia porque están ausentes. Sólo los seres
que están presentes en el mundo pueden tener una historia. Si los perversos
narcisistas se dieran cuenta de su sufrimiento, algo nuevo empezaría para
ellos. Se trataría de algo distinto que supondría el final de su funcionamiento
anterior.”
Esta conceptualización la uniremos a la definición que
explicamos anteriormente de dinámica perversa en la que se hacen chocar
exigencias morales contra limitaciones humanas con el fin de obtener angustia y
por esa vía obtener dependencia de una víctima.
Espero que el enfrentamiento entre los dos libros que
hice en el escrito anterior nos haya
logrado colocar en un poco de la vivencia de lo que son las intenciones perversas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario