sábado, 16 de mayo de 2015

La consciencia de lo polisémico atenta contra la estabilidad del perverso (provocaciones lacanianas)

Según lacan, la constitución subjetiva es una estructura dinámica que se organiza en tres registros:  Lo Real, Lo Imaginario y Lo Simbólico. Lo Real es lo presignificado y por lo tanto inexpresable en el lenguaje, Lo Imaginario es el proceso primitivo de identificación donde se identifica al Yo como diferente de “Lo otro”. 

Lo simbólico genera un análisis comunitario de lo que es el Yo, es el campo de pleno desarrollo de lenguaje y sus raíces de desarrollo son POLISÉMICAS.

En el campo semiótico analógico se puede vislumbrar el entendimiento, de que si la polisemia puede llegar a ser caóticamente automultiplicante, es por el eslabonamiento de los significados en los campos semánticos que podemos obtener puntos referenciales de orden.

Por eso en la práctica analítica el paciente enarbola una cadena significante que extrae como el cubo de un pozo el caudal de los descubrimientos.

La identidad producto de Lo Imaginario, por haber sido constituída bajo el dictado de las demandas del Otro, es en la soledad que puede construir su propia ética de carácter hermenéutico.

Es por esta interacción con El Otro en la constitución de la identidad, que lo que ayuda a la construcción ética mencionada es estudiar cómo los poetas vanguardistas como Mallarmé o Lautremont encuentran un Goce de sentido lacaniano, no el uso del lenguaje sino en su lenta deconstrucción en lo gramatical y lo lingüístico, como propuesta de expresión poética. (Esta es la exposición propositiva que hace en su libro: “La revolución del lenguaje poético” la filósofa Julia Kristeva)


Este goce en la deconstrucción de reglas de lenguaje puede verse desde la óptica perversa del pretender saber sobre los cómos del goce y sus consecuentes interacciones entre perversión y goce.
Así también para esta construcción ética se puede reflexionar la propuesta de trasladar los juegos de práctica seductora, de lo sexual a los juegos de poder en lo político y en las dinámicas de dominación. O sea el intento de seducir al Otro. O sea el intento de hacerlo interactuar con las consecuencias de la consciencia polisémica.

Todavía más provocadora es la idea de hacer interactuar al Perverso con las consecuencias de la consciencia polisémica.

El perverso no podrá sostener en pie su edificio conceptual al enfrentar el signo polisémico y el concientizar la acción de significar del falo

¿Cómo funciona el concepto de “falo” en psicoanálisis?
El falo (del griego φαλλός, transliterado phallós, fallós) es entendido vulgarmente como denominación del pene y, a veces, de los órganos exteriores masculinos: el pene y los testículos tomados como un todo. La palabra "falo" puede referirse al pene en erección, a un objeto en forma de pene, como un dildo, o una
figurilla con forma de genitales externos masculinos usado de modo votivo hacia una divinidad o bien para dar culto a la misma. Las implicaciones subjetivas suscitadas por lo fálico son amplias e incluyen la fertilidad, poder generativo y erotismo. Es decir que, según estas definiciones, el falo, hace referencia, en definitiva a cierto poder, vitalidad, virilidad. 

Para Lacan el falo es un significante, es decir que el falo es algo que no se tiene materialmente, no es algo aprehensible, no se lo puede agarrar, sino que se lo comprende en términos simbólicos, “el falo no es un fantasma, ni un objeto, ni siquiera parcial o interno…”
 Esto quiere decir que opera desde otro lugar, es decir desde su ausencia. Nadie puede tener un falo y ofrecerlo libremente a quien se le antoja uno.
Ahora bien para comprender aquello de lo simbólico es preciso partir de que el falo funciona, como dijimos anteriormente, desde otro lugar, es decir desde su ausencia y por eso lo llamamos –phi. Este lugar, que es un lugar negativo, ya que no se lo tiene, opera desde lo simbólico. Lacan en su seminario 5 nos dice claramente:
“De lo que aquí se trata es del nivel de la privación. Ahí el padre priva a alguien de lo que a fin de cuentas no tiene, es decir, de algo que sólo tiene existencia en cuanto símbolo.”

Esto quiere decir que el falo, opera en tanto ausencia. Lógicamente, Lacan dirá posteriormente que no se puede castrar a la madre de algo que no tiene


Para todos los Lacanianos: En el método de obtener conocimiento por medio de la dialogicidad, no se puede evitar que un instrumento esencial para impulsar el movimiento dialéctico sea la ironía. Por eso Nietzsche promovía la ironía como efectivo instrumento pedagógico.

Continuación del análisis de los libros “EL ACOSO MORAL” de Marie-France Hirigoyen y el libro “Las 48 Leyes del poder” de Robert Greene. EL NARCISO VACÍO.

La Doctora Marie-France Hirigoyen en El Capítulo 6 “El Agresor” de su libro EL ACOSO MORAL hace un recuento de la evolución del concepto de perversión:

“La palabra «perversión» (del latín pervertere: dar la vuelta, invertir) apareció en la lengua francesa en 1444 con el significado de la conversión del bien en mal. Actualmente, en su sentido corriente, esta palabra denota un juicio moral.
En el siglo xix, los médicos especializados en enfermedades mentales se interesaron por el plano médico-legal de la perversión, e intentaron establecer la no responsabilidad de los perversos, pero sin convertirlos por ello en unos dementes como los demás. En aquel entonces, definieron la perversión como una desviación de los instintos (instinto social, moral, de nutrición...).
En 1809, Pinel reagrupó, bajo la denominación «manía sin delirio», todas las patologías ligadas a la pluralidad de los instintos: las perversiones, los comportamientos antisociales, la piromanía, la cleptomanía...”

Después expone como Freud empieza a usar el término “Narcisismo”:

“El término «narcisismo» aparece por primera vez en 1910 en un texto de Freud dedicado a la homosexualidad. Más adelante, distinguirá el narcisismo primario del narcisismo secundario. En la literatura psicoanalítica, la noción de narcisismo primario está sujeta a numerosas variaciones. No entraremos en ese debate, pero hemos de señalar que Freud, en las primeras líneas de su obra Introducción al narcisismo, declara haber tomado el término de P. Näcke (1899), quien lo había utilizado para describir una perversión. De hecho, Näcke creó la palabra Narzissmus, aunque lo hizo para comentar los puntos de vista de H. Ellis, quien, en 1898 y por vez primera, había descrito un comportamiento perverso en relación con el mito de Narciso.”

También recuerda como hace Freud un uso innovador del término “perverso”:

“Freud reconoce la existencia de pulsiones distintas de las sexuales, pero en esos otros casos no habla de perversión. El adjetivo «perverso» comporta una ambigüedad que corresponde a los dos sustantivos «perversidad» y «perversión». Desde el punto de vista del psicoanálisis, la perversión es una desviación en relación al acto sexual normal, que se define como un coito que persigue la obtención del orgasmo mediante la penetración vaginal, mientras que la perversidad serviría para calificar el carácter y el comportamiento de determinados sujetos que manifiestan una crueldad o una malignidad particular. Bergeret, por ejemplo, distingue las perversiones del carácter, las cuales corresponden a los perversos afectados de perversidad, de las perversiones sexuales.”

Luego explica cómo se empieza a usar el concepto de “perverso narcisista”:

“El psicoanalista P.-C. Racamier fue uno de los primeros en desarrollar el concepto de perverso narcisista. Otros autores, entre los que figura Alberto Eiguer, han intentado luego establecer una definición del mismo: «Los individuos perversos narcisistas son aquellos que, bajo la influencia de su granilloso yo, intentan crear un vínculo con un segundo individuo, atacando muy especialmente su integridad narcisista con el fin de desarmarlo. Atacan asimismo al amor hacia sí mismo, a la confianza en sí mismo, a la autoestima ya la creencia en sí mismo del otro. Al mismo tiempo, intentan, de alguna manera, hacer creer que el vínculo de dependencia del otro en relación con ellos es irreemplazable y que es el otro quien lo solicita».”

Luego explica su concepto de que el narcisista es una acumulación de imágenes referenciadas en los demás alrededor de un vacío:

 “Un Narciso, en el sentido del Narciso de Ovidio, es alguien que cree encontrarse a sí mismo cuando se mira en el espejo. Su vida consiste en buscar su propio reflejo en la mirada de los demás. El otro no existe en tanto que individuo, sino solamente como espejo. Un Narciso es una cáscara vacía que no tiene una existencia propia; es alguien falso que intenta crear una ilusión que enmascare su vaciedad. Su destino es un intento de evitar la muerte. Se trata de alguien a quien no se ha reconocido nunca como un ser humano y que se ha visto obligado a construirse un juego de espejos para tener la sensación de que existe. Como en el caso del caleidoscopio, por mucho que este juego de espejos se repita y se multiplique, el Narciso no deja de estar formado por el vacío.”

Al intentar apropiarse de esa referencia que son los demás. En otras palabras; apropiándose de los demás es que el narcisista da el paso a la perversión:

“El Narciso, al no disponer de sustancia, se «conectará» al otro y, como una sanguijuela, intentará sorber su vida. Al ser incapaz de establecer una relación verdadera, sólo puede crearla en un registro «perverso», de malignidad destructora. Indiscutiblemente, los perversos sienten un placer enorme y vital al ver sufrir y dudar a los demás, del mismo modo que gozan al someterlos y humillarlos.
Todo empieza y se explica a través del Narciso vacío, de esa construcción mediante reflejos que ocupa su lugar y que nada contiene en su interior, del mismo modo que un robot está construido para imitar a la vida y cuenta con todas las apariencias, o con todas las prestaciones, de la vida, pero no posee la vida. El desorden sexual o la maldad no son más que consecuencias inevitables de esa estructura vacía. Igual que los vampiros, el Narciso vacío necesita alimentarse de la sustancia del otro. Cuando uno carece de vida, tiene que intentar apropiarse de ella o, si esto no es posible, tiene que destruirla para que no haya vida en ninguna parte.”

“Los perversos narcisistas son invadidos por «otro» y no pueden prescindir de él. Ese otro no es ni siquiera un doble, el cual tendría una existencia propia.
Es simplemente un reflejo del mismo perverso. De ahí la sensación que tienen las víctimas de que se las niega en su individualidad. La víctima no es otro individuo, sino simplemente un reflejo. Cualquier situación que pueda poner en tela de juicio ese sistema de espejos que enmascara el vacío sólo puede implicar una reacción en cadena de furor destructivo. Los perversos narcisistas no son más que máquinas de reflejos que buscan en vano su propia imagen en el espejo de los demás.”

Y, situación muy importante, La Doctora encuentra la solución a la dinámica del perverso narcisista en que haga consciente su vacío:

“Son insensibles. No tienen afectos. ¿Cómo podría ser sensible una máquina de reflejos? De este modo, no sufren. Sufrir supone una carne, una existencia. No tienen historia porque están ausentes. Sólo los seres que están presentes en el mundo pueden tener una historia. Si los perversos narcisistas se dieran cuenta de su sufrimiento, algo nuevo empezaría para ellos. Se trataría de algo distinto que supondría el final de su funcionamiento anterior.”

Esta conceptualización la uniremos a la definición que explicamos anteriormente de dinámica perversa en la que se hacen chocar exigencias morales contra limitaciones humanas con el fin de obtener angustia y por esa vía obtener dependencia de una víctima.

Espero que el enfrentamiento entre los dos libros que hice en el escrito anterior  nos haya logrado colocar en un poco de la vivencia de lo que son las intenciones perversas.